viernes, 6 de julio de 2012


¿Cómo se formó el canon israelita?

Hemos seguido brevemente la producción literaria israelita poniendo de relieve que no se limita a los libros canónicos. Surge así una cuestión: ¿cómo se realizó de entre esa producción la selección de los libros canónicos? Si tenemos presente que la canonicidad es un reflejo de la inspiración, debemos concluir que el único criterio es la propia manifestación divina, es decir, signos de que YHVH  ha obrado en el hagiógrafo por la inspiración.


Si embargo, no parece que YHVH haya seguido siempre la misma vía. Podemos hacer este elenco de signos que nos indican la acción inspiradora de YHVH:


  • En ocasiones, cuando se tratara de un profeta que daba ya signos de hablar en nombre de Elohim, el hecho de redactar sus oráculos o instrucciones por escrito constituía ya un criterio suficiente.
  • Otras veces encontramos declaraciones proféticas que atestiguan el origen divino de obras anteriores.
  • A veces Elohim parece seguir una vía más lenta y en parte indirecta: orientar la piedad judía hacia la veneración de un determinado libro cuyo carácter divino acaba así siendo reconocido.
  • Cabe también mencionar, aunque se trate de algo meramente indirecto, la permisión por parte de la providencia divina de que se pierda un determinado libro, con lo que resulta patente su no sacralidad.


En los tiempos de Mashíaj encontramos ya un canon judío claramente formado. En realidad encontramos dos, o más exactamente dos versiones del mismo:


  • La versión palestinense. Esta versión del canon la atestiguan el escritor fariseo Flavio Josefo (hacia el 95 d.C.) y el apócrifo IV Libro de Esdras. Según F. Josefo (Contra Apionem, 1,8) el canon judío no contiene más de 22 libros, cifra convencional que se corresponde al alefato, y se obtiene considerando como un libro único los 2 de Samuel, los 2 de Reyes, los 2 de Crónicas, Esdras y Nehemías, y uniendo Rut a Jueces, y Lamentaciones a Jeremías; cronológicamente se cierra el canon con Artajerjes (424 a.C.), ya que cesa entonces el profetismo; como criterios objetivos reconoce la inspiración divina y la santidad de los libros, en oposición a la literatura profana. El apócrifo IV de Esdras presenta la misma lista.
  • La versión alejandrina. En oposición al canon de 22 libros, llamado palestinense, los judíos de la diáspora alejandrina tenían un canon más amplio en que se incluían también los llamados libros deuterocanónicos: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, 1 y 2 Macabeos.


Cómo se llega a esta diversidad de cánones en el judaísmo del s. I de nuestra era, no ha recibido aún una explicación satisfactoria: la hipótesis más generalizada supone que en un principio existía para todos los judíos un único canon precisamente el amplio que en tiempos recientes y por influencia restrictiva de la secta farisea, se habría abreviado en Palestina excluyendo los deuterocanónicos; F. Josefo sería el representante de esta tendencia restrictiva.


El hecho es que, en tiempo de Mashíaj había en el judaísmo desorientación respecto de la lista de los libros inspirados de la religión israelita: 1) mientras los saduceos no admitían más que el Pentateuco, 2) el fariseísmo y el judaísmo palestiniano en general, limitaba el ámbito del canon a 22 libros; 3) en la diáspora alejandrina se creía en la inspiración de los libros de la lista más amplia; 4) en Qumrán parece que tenían por inspirados sus propios libros y que no consideraban aún cerrada la revelación, a la espera de alguna nueva y definitiva manifestación de Yahvé


Una decisión oficial no se dio en el judaísmo hasta el famoso Sínodo de Yamnia (Yabne) por los años 95-100. El canon elaborado en este Sínodo era el breve de Palestina y contenía los siguientes libros:


  • La Ley, con los 5 libros del Pentateuco;
  • Los Profetas, subdivididos en dos secciones: Profetas Anteriores: Jos, Jueces, 1-2 Rey; y Profetas Posteriores: Is, Jer, Ez, Os, Joel, Am, Abd, Jon, Mich, Nah, Hab, Ag, Zach. Mal;
  • Hagiógrafos o Escritos sagrados: Ps, Prv, Job, Cant, Ruth, Lam, Eccl, Est, Dan, Esd, Neh y 1-2 Cron;
  • En total 39 libros.


Estos libros fueron denominados en terminología cristiana, que data de Sixto de Siena (1569) protocanónicos o del primer canon, para distinguirlos de los restantes del segundo canon o deuterocanónicos.


Según algunos, en la exclusión del canon judío de los denominados deuterocanónicos influyó que no estaban escritos en Hebreo (la lengua que habla Elohim); así como, aquellas obras que hacían más insistencia en el aspecto sacerdotal o al Templo, pues este había sido destruido y con él, también sacerdocio judío. Recordemos que los miembros del concilio de Yamnia (Yabne) eran sobre todo fariseos.

Shalom alejem