jueves, 27 de junio de 2013

Cómo caminar por la cuerda floja de los negocios
por Benjamin Brafman

Dejar una conferencia de prensa porque “Shabat está llegando” convirtió una victoria profesional en un genuino kidush Hashem porque Aquellos que muestran abiertamente su judaísmo tienen la obligación de ser más honestos, más cuidadosos, más corteses y más prudentes

Por ser un abogado criminalista que a menudo representa celebridades en casos de mucha difusión, los medios de comunicación no sólo cubren mis casos sino que también, a veces, escriben sobre mi persona. Como resultado, el hecho de que soy un judío observante a menudo aparece en muchas historias nuevas, a pesar de que esa información nunca es relevante para el caso en el que estoy trabajando. Por esta razón, tengo que ser muy cuidadoso con lo que digo y cómo lo digo, ya que pese a mi talla dentro de la comunidad legal, para muchos yo sigo siendo el “abogado judío”. Si gano el caso, es importante para todos los judíos. Y sin importar si gano o pierdo, igualmente debo actuar con gracia y respeto ya que mis declaraciones públicas tienen un impacto en todos los judíos.

Por ejemplo, cuando el fallecido Johnnie Cochran y yo defendimos exitosamente a Puff Daddy, una de las celebridades más conocidas entre las estrellas del hip hop, el veredicto apabullante, la absolución de todos los cargos, fue anunciado en Nueva York terminando la tarde de un viernes. Esta era una victoria profesional fabulosa para mí, una que sabía que la prensa de todo el mundo iba a pregonar. Pero como Shabat se estaba acercando rápidamente, dejé el tribunal en donde cientos de reporteros esperaban para discutir el veredicto. Yo era consciente de que cada palabra que dijera se iba a escuchar en todo el mundo, pero también era consciente de que era muy tarde.

Miré fijo a las docenas de cámaras y dije: “Esta es una victoria asombrosa, y yo, por supuesto, estoy muy feliz por Puffy y su familia. Sé que después del Supertazón, el mariscal de campo del equipo ganador por lo general anuncia que “se va a Disneyland”. Bueno, señoras y señores, este quarterback del equipo ganador se va a la sinagoga, ¡Shabat está llegando!

Luego subí a un auto que me estaba esperando y me fui rápidamente. Desde ese episodio, cientos de personas me han dicho que el ganar el caso de Puff Daddy fue un estímulo importante para todos los judíos, pero el irme de la conferencia de prensa porque “Shabat está llegando” convirtió una victoria profesional en un genuino kidush Hashem (la santificación del nombre de Di-s).

Posiblemente mi situación es única, porque no hay muchos judíos ortodoxos que tienen trabajos de alto perfil que son cubiertos rutinariamente por los medios de comunicación. Pero igualmente soy consciente de que lo que hago y cómo lo hago a menudo es tema de discusión y escrutinio público, me guste o no. Por lo tanto, aún encuentros menores o episodios aparentemente inconsecuentes en mi vida profesional pueden tomar una significancia extraordinaria.

Así, por ejemplo, trabajé como defensor principal en un juicio importante en Nueva York, que estaba siendo cubierto intensamente por la prensa a diario. Un artículo de noticias sobre el juicio incluyó la observación de que el juicio se interrumpiría los viernes a las dos de la tarde porque el “principal abogado defensor, Ben Brafman, un judío observante, tenía que estar en la casa antes del atardecer”. Para el lector promedio y aún para aquellos envueltos en el caso, esa información al paso no era significativa. Sin embargo, para algunos judíos ortodoxos fue mucho más importante de lo que yo me hubiese podido imaginar, ya que meses después del juicio gente que yo ni siquiera conocía me paraba en la calle para decirme cómo mi declaración “pública” sobre no trabajar en Shabat les hizo mucho más fácil a ellos explicarle temas de observancia a sus empleadores. Para ser franco, nunca se me ocurrió que el respetar Shabat ayudaría a otros a resolver asuntos delicados en sus propias vidas profesionales.

Como judíos, nuestro comportamiento público sí afecta a otros, no sólo a los miembros de nuestra familia sino también a otros judíos que nunca conocimos pero por los que igualmente tenemos una responsabilidad. Esto es verdad para todos nosotros, no solamente para quienes llegan a aparecer en los medios de comunicación. La conducta personal propia como judío se refleja sobre los judíos alrededor del mundo, ya que somos vistos como “un” pueblo por los no judíos. Cuando los judíos fueron llevados como ganado a las cámaras de gas en Auschwitz, había una misma cola para todos los judíos. Las diferencias entre varios grupos judíos pueden, desafortunadamente, ser reales dentro de la comunidad judía, pero para el mundo no judío, nosotros hablamos y actuamos como uno, y somos todos vistos como lo mismo.

Por lo tanto, una decisión simple como utilizar una kipá en el trabajo, conlleva una medida extra de responsabilidad. Darle el asiento a una anciana en el bus es un acto común de amabilidad. Pero cuando es realizado por un chico utilizando una kipá o una chica vestida con modestia, ese comportamiento se puede convertir en una declaración trascendente acerca del pueblo judío como un todo. Aún actos simples como mantener la puerta abierta para alguien puede ser un kidush Hashem cuando la persona que exhibe esta cortesía está anunciándole al mundo, a través de su vestimenta, “Soy un judío observante”.

Por otro lado, el comportamiento alborotado de un grupo de jóvenes con kipá puede tener un impacto negativo, dado que los espectadores se preguntarán si estos chicos religiosos actúan siempre de una manera tan ofensiva y repugnante. En un mundo en donde el antisemitismo florece, y en donde el Estado de Israel está cada vez más aislado, no necesitamos alentar a la gente a despreciarnos.

Más Honestos, Más Cuidadosos

Aquellos que muestran abiertamente su devoción a Di-s y al judaísmo tienen la obligación de ser más honestos, más cuidadosos, más corteses y más prudentes. Un judío verdaderamente religioso debe ser un ciudadano apegado a la ley y debe actuar de manera consistente con lo que uno esperaría de una persona profundamente religiosa. La persona debe estar alerta todo el tiempo porque aún un pequeño paso en falso dado por un judío religioso puede ser magnificado más allá de toda lógica.

Un ejemplo desafortunado de esto es cuando la prensa destaca condiciones inseguras en un edificio de departamentos citando cientos de violaciones al código de edificación de la ciudad, y el “opresor de los inquilinos” es identificado como un judío ortodoxo. Una noticia como ésta hace que todos los judíos sientan vergüenza ajena, aún cuando el propietario del edificio no cometió ninguna falta, como en el caso de violaciones generadas por los inquilinos. No obstante, el daño está hecho, ya que el detalle en la historia que llama la atención de la prensa es el judío “rico” que permite que inquilinos “pobres” se revuelquen en la miseria. Nosotros somos vulnerables como pueblo. Esta verdad nos incumbe a todos con respecto a ser mejores en lo que hacemos y a ser más cuidadosos en cómo lo hacemos.

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